Recuerdo que cuando tenía doce años, allá por el 94, uno de mis hermanos tenía en su coche (tener hermanos tan mayores es lo que tiene) un equipo de sonido con seis cedés, y que aquello para la época era la leche porque sonaba a toda pastilla con una calidad brutal, y más al ser un coche pequeñito. Era de esos radiocassettes con el frontal extraíble, es decir, diseñados para que no te intentará destrozar el coche el primer cafre que vendiese radios robadas...
Los noventa fueron una década curiosa, porque mientras el bakalao y sus derivados (el tecno cutre salchichero de la época) tenían bastante predicamento entre cierta parroquia, el indie pop, o indie rock, seguía sonando en la radio gracias al efecto Nirvana, siendo ese año además el año de la muerte de Kurt Cobain curiosamente, así que no fue un año cualquiera. Gracias a ese efecto bandas como The Cranberries sonaban en las radios de Europa y Estados Unidos con un éxito notable, ya que No Need To Argue se convirtió si mal no creo en el álbum irlandés más vendido de la década, por encima de Achtung Baby de U2, lo cual tiene bastante mérito teniendo en cuenta que allí Bono y compañía son dios, o poco menos.
Hoy en día quizás sería impensable que algo de esas características sonara en la radio, una formación clásica de pop rock con guitarra, bajo, batería, y cantante, con sonido bastante alternativo de hecho en sus inicios, pero que por lo que sea gracias a la voz de Dolores O’Riordan sonaban con mucha personalidad, de manera diferente a cualquier cosa que hubiera existido antes. Su voz era como un instrumento más dentro del conjunto de la banda ya que muchas veces sus notas iban por un lado mientras los acordes instrumentales iban por otro, y a pesar de todo curiosamente aquello no desentonaba, se integraba con la canción de manera natural. Esta forma tan curiosa de cantar seguramente se deba a la influencia de Morrisey y los Smiths, lo cual dice mucho en su favor, o bueno, decía.
En este sentido No Need to Argue fue el primer álbum que me gustó no tanto porque las canciones fueron todas acojonantes, que en parte sí, sino por el sonido, por la atmósfera que crearon al grabar esa joya de disco. De ese hecho me iba dando cuenta conforme lo escuchaba y disfrutaba en coche con mi hermano, cuando ponía ese disco. De todas formas lo más curioso es que la canción que siempre me ha tocado el corazoncito, el tema que tenía un plus con respecto a los demás, era Linger, que aunque correspondía a su primer disco se encontraba en una edición especial de No Need to Argue que incluía un pequeño ep en directo. El momento en que escuché esa versión por primera vez lo tengo grabado en mi cabeza; esa combinación de los violines, guitarra acústica, su voz...
Como todo el mundo sabe hoy se ha muerto Dolores O’Riordan, y lo cierto es que esta muerte me ha tocado porque como yo hemos sido muchos los adolescentes de los noventa que hemos crecido escuchando su voz, y que gracias a ella y a su grupo nos dimos cuenta de que si nos empeñábamos en buscar podíamos encontrar bandas con personalidad que hacían discos y canciones diferentes a lo que pedían usualmente en la radiofórmula. Así que podría decirse que en parte gracias The Cranberries escucho lo que escucho, porque con canciones como Ode to my Family, Dreams, Promises, Just my Imagination… descubrí lo que descubrí con posterioridad, así que en ese sentido solamente puedo darle las gracias.
Descansa en paz.