martes, 24 de xuño de 2014

Gerry Conlon

A principios de los años setenta los británicos cometieron dos actos, vamos a expresarlo de manera benévola, injustos no, lo siguiente. En 1972 Irlanda del Norte era un país de Reino Unido dividido en dos comunidades, una protestante de querencia británica, y otra católica de querencia irlandesa; lo que diferenciaba a ambas comunidades era que los primeros eran ciudadanos de primera y los segundos de tercera ya que además representaban un porcentaje menor de la población (hablando claro, una minoría que comprendía el 40%). Cuando en ese mismo año los irlandeses decidieron hacer una marcha pacífica para conseguir los mismos derechos que los protestantes, a mitad del recorrido el ejército británico disparó a discreción contra los asistentes. Murieron 14 personas, la mitad de ellos menores de edad. El I.R.A., un grupo terrorista que buscaba la reunificación de Irlanda como una república socialista, empezó a engrosar sus filas con jóvenes católicos de todos los rincones de Irlanda del Norte motivados por el odio y el resentimiento por lo ocurrido durante aquel el Domingo Sangriento (Bloody Sunday), que fue como se llegó a denominar a aquella matanza. El responsable de aquellos asesinatos dijo sentirse orgulloso por lo sucedido; por tanto orgulloso de que sus subordinados remataran a disparos a gente inocente en el suelo, orgulloso de haber disparado primero sin un mera provocación, orgulloso de matar a menores de edad... Hubo que esperar casi cuarenta años para que el gobierno británico pidiera perdón, en el año 2010. Hoy en día el responsable del asesinato a civiles desarmados sigue impune y no hay visos de que eso pueda remediarse.

Estos actos motivaron que el I.R.A. incrementara de manera exponencial sus asesinatos. Durante el año 1974 la situación era de pavor en las grandes ciudades inglesas. Ese año estos terroristas colocaron dos bombas, una en un pub de Guildford y otra en un barrio de Londres. El objetivo era atacar al ejército ya que ambos lugares eran frecuentados con regularidad por militares británicos. Como no tenían la más remota idea de quién había sido y la opinión pública se echaba encima del gobierno, buscaron como chivo expiatorio a los primeros irlandeses que pudieron encontrar. Uno de esos irlandeses era Gerry Conlon, el cual fue torturado durante siete días hasta que le hicieron firmar un testimonio redactado por la propia policía británica ¿Cuál fue el único delito de Gerry? Ser irlandés. La noche del suceso había dormido en un banco de un parque situado relativamente cerca de la explosión del pub de Guilford; a partir de ahí la policía dejó volar su imaginación... Gerry era un chico de veinte años sin oficio ni beneficio, un mangante que no daba un palo al agua, pero no un terrorista.


La imaginación de la policía determino que existía un comando del I.R.A. al cual denominó como Los Cuatro de Guilford, compuesto por Gerry y tres conocidos más (Paul Hill, Patrick Armstrong, y Carole Richardson); todos irlandeses. Para rematar la faena implicaron a seis familiares suyos y a un amigo de la familia de proporcionarles los explosivos para sendos atentados; su padre Giuseppe y su primo de catorce años Patrick Maguire estaban entre los siete implicados. Si bien los cuatro de Guilford serían condenados a cadena perpetua, los Siete Maguire tuvieron penas de entre cuatro y catorce años.  Con todo y con esto para más inri durante el juicio el juez se lamentó de no poder ejecutar la pena de muerte, ya que no sólo no le hubiera temblado la mano para dictaminarla sino que además la hubiera determinado con gusto.


Años después la policía y el gobierno británico hicieron oídos sordos cuando el jefe de un comando del I.R.A. desarticulado confesó haber cometido los asesinatos de Guildford. La sociedad británica ya tenía a sus culpables, así que consideraron que lo mejor que podían hacer era dejar que gente inocente se pudriera en la cárcel y así de paso salvar su propio culo...

Durante los años ochenta, después de la muerte del padre de Gerry en la carcel, una nueva abogada se hizo cargo del caso y con el paso de los años descubrió pruebas que habían sido ocultadas a la defensa para incriminar de manera falsa a los Cuatro de Guildford. Durante el año 1989 se reabrió la causa y la justicia británica no tuvo más remedio que liberar a Los Cuatro de Guildford a regañadientes declarándolos no culpables. Gerry luchó varios años para que se exculpara a su padre fallecido, algo que creo consiguió más tarde que temprano. No obstante, como en el caso del Bloody Sunday, los responsables de tamaña injusticia siguen libres y sin cargos, y no hay visos de que vayan a ser juzgados. Por otra parte Tony Blair pidió perdón treinta años después, en 2005, por una de las mayores injusticias cometidas en la justicia occidental.

Por si esto fuera poco, cuando Jim Sheridan llevó esta historia al cine no fueron pocos los periodistas británicos que tacharon de traidora a Emma Thompson y a Daniel Day Lewis (ambos son británicos) por prestarse a rodar una película como ésta...

Hace tres días Gerry murió en Belfast de cáncer a los sesenta años. Su vida tras dejar la cárcel no fue un camino de rosas. Esa experiencia hizo mella en él de tal manera que acabó abusando de alcohol y drogas durante un tiempo, además de acudir a tratamiento psiquiátrico por culpa, entre otras cosas, de las pesadillas que tenía. No obstante se mostró como un firme defensor de los derechos civiles y contra las injusticias, sobre todo en el caso de la cárcel de Guantánamo (repleta de gente que no cometió ningún crimen).



Me marcó mucho ver En El Nombre Del Padre, creo que es de las películas más impactantes que he visto jamás, sino la que más, con un Daniel Day Lewis demostrando además porqué es considerado por gran parte de la crítica como el mejor actor de los últimos treinta años. Pocas veces he visto una película y he sentido tal grado de indignación y rabia. No obstante la realidad supera muchas veces la ficción.

Alguien que sufre quince años de prisión por algo que no cometió, que ve como su padre se muere en una prisión por algo que tampoco cometió, y que tras salir lo único que dice es; "Sé que lo que pasó en Guildford fue una tragedia, pero no puedes enmendar una tragedia provocando otra", merece todo mi respeto.


Descansa en paz Gerry.


martes, 3 de xuño de 2014