sábado, 19 de novembro de 2022

Vai de morto quen non foi de vivo…




“¡Vaya!, después de saltar se me ocurrió que la vida es perfecta, la vida es lo mejor. Está llena de magia, belleza, oportunidades, y televisión ¡Y sorpresas, muchas sorpresas! Y después está eso que todo el mundo quiere que perdure, pero la gente solamente lo siente cuando ya se ha desvanecido. Todo eso me impactó en cierta manera. Supongo que eso solamente lo ves claramente cuando estás, ya sabes, vivo…”. 

mércores, 31 de agosto de 2022

Midsommar y quedarse solamente en la superficie…


Cuando alguien rompe una relación intensa o de larga duración se produce un trauma de mayor o menor graduación porque algo capital en tu vida se rompe. Sobre ello creo que en este blog he hablado bastante/dado bastante la brasa a lo largo de todos estos años, porque esta fue la vía para canalizar mis angustias. La primera vez que pasa, cuando la relación ha significado algo de verdad, suele devastar, pero en las siguientes ocasiones si bien estás ya prevenido no deja de doler, faltaría más, pero lo afrontas con más entereza, o cuando menos en mi caso.

Si bien yo canalicé mis angustias en este modesto y cutre blog, Ari Astern, una persona con mucho más talento, realizó una película a modo de parábola en la cual se ven los últimos momentos de la relación entre dos personas. Con todo, el paisaje (nunca mejor dicho) en el que se desarrollan estos instantes es ciertamente peculiar, siendo ciertamente un contexto, llamémoslo así para no hacer spoilers, intrigante. De esta manera, podríamos decir que la película tiene muchas capas, la de la ruptura y otras secundarias, en los márgenes, que nos ubican dentro de un ambiente en el que se aprecian elementos como el neopaganismo, sectas, extrema derecha, drogas, vulnerabilidad, soledad, etc, etc, etc. 

Si te quedas con la primera capa ves un universo “cuqui”, estéticamente muy bello, lleno de ropas blancas, coreografías, exotismo, y al mismo tiempo cómo una relación sin mucho futuro se acaba de descomponer a lo largo de todo el film mientras su protagonista se “redime”. En este sentido, algunas chicas, principalmente, se han quedado en esta capa más superficial, en la de la ruptura, y han obviado las demás. Así, en cierta manera parecen apelar al feminismo que destila la película para alabarla, pero al mismo tiempo no da la sensación de que sean conscientes del hecho de que no todas las chicas salen bien paradas de sus vacaciones por Suecia... Siendo sincero, no tengo la sensación de que sean personas muy reflexivas, y quizás lo que más miedo da de Midsommar es la interpretación simplista que hace esta gente de lo que han visto a pesar del mal cuerpo que te deja la película después, sobre todo, de su última escena, insisto, su última escena… 

 


Pero precisamente, que haya personas que lleguen a estas conclusiones se debe a una labor deliberada del propio director, puesto que desde el inicio la película pretende que te metas en la piel de la protagonista para que sientas lo que ella ha sentido, y ciertamente parece que lo logra pasmosamente bien en la medida de lo posible, puesto que no poca gente acaba justificando las tradiciones “peculiares” de los Hårga, la “comuna” de la que Pelle (el estudiante sueco de intercambio que lleva a sus “amigos” americanos a Suecia) forma parte y en la que las drogas son elementos importantes para estar en “contacto” con los dioses y la naturaleza. Y es que parece que nos situamos irremediablemente desde el principio ante un destino que no tiene vuelta de hoja, dado que Ari Astern es bastante compulsivo y desde el comienzo va dejando detalles, miguitas de pan, que ya apuntan a cómo van a acabar las cosas, en tragedia, o como decía el primer álbum de This Mortal Coil, “it’ll end in tears



No creo que haga falta prestar mucha atención a las capas menos superficiales de la película para sentir lo tremendamente inquietante de la historia, aunque esos factores de la intriga se hallen muchas veces en los márgenes. Y es que son esas películas en las que te quedas pensando al final de la misma, aquellas que te hacen pensar sobremanera, aquellas que hacen que se te remuevan cosas por dentro las que merecen la pena, y en líneas generales creo que Midsommar llega a provocar todas esas sensaciones, o por lo menos, para muchas personas así es. 



Quizás no calificaría a la película como un film de terror (como folk horror suelen ser clasificadas las películas de terror con neopaganos), sino más bien un thriller psicológico, un hecho que a veces puede provocar más malestar que la clásica película gore, dado que la violencia muchas veces no tiene que ser solamente física (aunque aquí existe, pero no siempre se ve), sino mental, de manipulación, y de esos elementos está plagada la historia. Esta justificación de lo injustificable por parte de algunos espectadores es quizás un triunfo del director, como ya hemos indicado, pero también estoy seguro de que al propio Ari Astern le gustaría que el espectador tirase algo más del hilo, o que siguiese esas miguitas de pan que ha dejado, unos caminos que desarrolla en las entrevistas o en la versión extendida de Midsommar. Por ese motivo, es probable que esta película pueda ser peligrosa para mentes poco amuebladas o fácilmente manipulables, porque se van a quedar solamente en la superficie y no van a querer pensar más allá de lo obvio.

 

 

Por otra parte, me gustaría sacar a colación una frase del propio director, en la cuál dice algo así como que en esta película él es Dani pero que en otros momentos de su vida ha sido Chris. De esta manera, dentro de unos parámetros de la normalidad, cada uno de nosotros deberíamos preguntarnos cuántas veces hemos sido uno y cuántas veces el otro antes de justificar cosas injustificables, porque aunque no lo creáis de eso va el fascismo y en general cualquier forma de totalitarismo, que no es otra cosa que una suerte de absolutismo monárquico adaptado al mundo actual, en el cual se justifican verdaderas salvajadas por el bien de la comunidad, una comunidad de personas que por cierto es más importante que cada individuo que la compone en solitario. De hecho, no hay que olvidar que Ari Astern es un judío americano, y que no es muy optimista con el futuro de su país entre otras cosas por el neofascismo y el supremacismo blanco que asoman más que la patita en Estados Unidos. Estos dos últimos elementos van de la mano, y en ellos no pocas veces se aprecia en los grupos más radicales (de tendencia neonazi muchas veces) veneración y reverencia por el paganismo germánico, destacando dentro del mismo la tendencia vikinga, cultura a la cual precisamente perteneció Suecia y toda Escandinavia. 



Por tanto, ver la película atendiendo tanto a los márgenes como a la historia principal hace que la narración sea más poliédrica e interesante, pero con todo, a pesar de que haya gente que no sea del todo consciente de esos márgenes, estos están presentes en gran manera, y por eso la película se ha convertido ya en un clásico que prácticamente forma parte de la cultura popular cinematográfica, dado que no es solamente pasto de fotos y collages para Pinterest colgados por personas intensitas (y lo dice precisamente una persona que tiene una cuenta), sino que hay hasta peluches, disfraces, vídeos musicales, o un sinfín de memes inspirados en Midsommar, lo que indica que de alguna manera se ha convertido en un clásico contemporáneo. 



sábado, 11 de xuño de 2022

Bubble de Jon Hopkins y King Creosote.

Me acabo de acordar de que tenía un blog, y que de cuando en cuando publicaba cosillas y tal. Bueno, le doy uso a la etiqueta de las canciones (que hace tiempo que no la empleaba) y me piro, vampiro. Chauses!