domingo, 9 de maio de 2021

La tranquilidad: los hombres también rechazamos.

Es ciertamente paradógico que cuando buscas en google cómo aceptan las mujeres el rechazo masculino el resultado de la búsqueda, simplemente, no existe, y por el contrario te redirige a hombres frustrados por haber recibido calabazas. Este hecho no es extraño si tenemos en cuenta que las relaciones/líos se rigen en gran medida por la propia ley de la oferta y la demanda; hay mucha demanda masculina pero poca oferta (es decir, alguien con quien encajes; de lo contrario no se valoraría terner una relación), porque las mujeres tienen donde elegir, mientras que los hombres no tanto, salvo unos pocos. Por otra parte, las quejas más comunes que escucho entre las mujeres son del tipo; "los que valen la pena tienen novia o están casados". Sea como fuere, esa ventaja que tienen la mayoría de las mujeres hace que el no por lo general les cueste más aceptarlo (y más si además no están mal) porque son las que tienen la sartén por el mango (ejem, nunca mejor dicho...), y creo que si se piensa fríamente tiene bastante sentido este hecho.

En mi adolescencia me he sentido bastante incomprendido, podría decir que más que en la media del adolescente medio, siendo probablemente ese motivo el que motivase que empezase más tarde a estar con chicas (un pelín, quizás). Era alguien sin mucha malicia y extremadamente empanado, y bastante tenía con mis inseguridades como para pensar en salir con nadie, la verdad (aunque uno tenía ojos). Cuando empecé a salir en serio, la primera vez, fue casi sin darme cuenta, y a pesar de las cosas malas que pasaron, por otra parte, el hecho de importarle tanto a alguien hace que ganes algo de autoestima (por fortuna o por desgracia he sido un poco el chico valium para chicas nerviosas, no falla, son a las que atraigo; ya lo he asumido). Nunca he querido ser un pesado (y cuando lo he sido me he disculpado y me he apartado), y en general cuando he salido con alguien ha sido todo de una forma bastante casual, aunque si considero que la persona merece la pena allá voy con todas las consecuencias. Por otra parte, con el tiempo, con la edad, voy teniendo más ganas de apartarme del mundanal ruido, así que creo que en gran parte he aceptado de buen grado que seguramente me voy a quedar así, y lo prefiero, aunque no me cierro totalmente. Qué sea lo que dios quiera, pero no me voy a lamentar por estar solo si es lo mejor que me pueda pasar.

He tenido relaciones serias y líos de semanas o meses, pero estos últimos no los suelo tener dado que cuando supero una ruptura si no veo nada que me motive prefiero estar a mi bola. Es decir, cuando has querido mucho a alguien y la cosa se jode se pasa francamente mal, y si aún por encima la otra persona se comporta como una impresentable, peor. Yo he tenido una ruptura de ese palo, otra no tan bronca (con respecto a la anterior) con incluso tanteos a posteriori, y otra en la que los dos comprendimos que el asunto no daba más de sí y por tanto de buena forma decidimos acabar con aquello. En todos los casos, a pesar de la tristeza, acepté que todo se había jodido (además, excepto en un caso, en los otros les desee lo mejor, y no de manera falsa, sino de corazón, consciente de la situación). En algunas ocasiones me dejaron, en otros fue de mutuo acuerdo, pero siempre he aceptado la realidad después de un tiempo prudencial, dado que es mejor estar con quien quiera estar contigo que con alguien que no le apetezca (no merece la pena estar con una persona que no desee compartir su tiempo contigo), por muy buenas que hayan sido las formas. 

Es decir, hablando mal, que me encoño poco, aunque cuando lo hago, lo hago bastante. Por tanto, prefiero muchas veces la soledad, la tranquilidad, aunque no una radical en la que no tenga relación con nadie. Ahora mismo, por ejemplo, tengo una buena relación con los compañeros de trabajo, y quedar a tomar cañas los viernes para mí es una liberación, pero cuando llega el finde valoro estar tranquilo sin que nadie me moleste (bueno, aunque últimamente me acompaña la puta alergia). Pero siempre que llega un período en el cual las cosas me salen bien y estoy tranquilo, aparece una chica a la que le debe intrigar que no tenga necesidad de tirarle fichas a nadie. Y esa es la situación que tengo hoy en día; es decir, hay una chica en el trabajo que ya me tira fichas indisimuladamente, y tampoco es que esté mal, pero sé de sobra que con su manera de ser (está medio pirada, la verdad) la cosa acabaría como el rosario de la aurora, porque uno con el tiempo ya conoce el percal, por experiencia propia; por tanto, lo último que quiero es un pollo con alguien que no sabe muy bien lo que quiere... qué le voy hacer, mi intuición me dice que me aleje a todo trapo, y en este tipo de situaciones me fío mucho de ese sexto sentido. 

Por si fuera poco, el tema ya ha pasado de castaño a castaño oscuro, puesto que ahora no para de llamarme rancio entre jijijaja porque no me quiero liar con ella, y la chica empieza a ser pelín estresante. Es decir, no doy falsas esperanzas ni mensajes ambiguos por mi parte como sí he hecho alguna vez sin darme cuenta en otros casos (mea culpa), pero da igual, se conoce que si no eres desagradable la gente no se da por enterada.  Hasta este momento me lo decía muy de cuando en cuando (y como me lo decía a mí, pues bueno, por un oído me entraba y por otro me salía) pero el otro día  lo hizo en una terraza ante más gente del curro, a saco... Al volverme para casa no pensé mucho en el tema, pero me dije, joder, esta ya va con todo. Para rematar la jugada, me manda un whatsapp pidiéndome perdón y que lo que buscaba era una reacción por mi parte... Madre mía, y todo porque esta chica quedó obsesionada de un vigués y claro (resulta que yo también soy gallego), que tiene decidido que acabará saliendo con un gallego y que yo casualmente pasaba por allí... 

No es que quiera ser Chris McCandless y apartarme de todo de forma radical para vivir como un eremita, pero las relaciones humanas son tan complejas, que muchas veces prefiero el tedio de la soledad a tener que comulgar con ruedas de molino, y a eso hay que sumarle que cada uno también tiene sus defectos (no quiero caer en la simplicidad adolescente que esquematiza todo en base a decir que el mundo está contra mí) que no es precisamente perfecto, y que también la puede cagar. La virtud está en el medio, pero no siempre es fácil llegar a ella. Además, viendo lo que ha pasado este sábado con el estado de alarma uno desea que llegue un meteorito de una puñetera vez...