luns, 25 de abril de 2016

Mundo viejuno

Uno se va dando cuenta del paso del tiempo cuando vuelve a lugares en los que ha sido feliz y de pronto se da cuenta que ya nada es como era, que todo ha cambiado de alguna manera, o evolucionado. Y es que uno se queda en que tiene veintipico (desde mi punto de vista el momento en que quizás mejor te lo pasas) y en fin, esa edad nunca volverá. Ya no eres tan inocente, la vida te ha dado unos cuantos palos, y ya sabes unas cuantas cosas, lo que no impide que tus míticas taras se mantengan casi intactas.

Con la gente a veces pasa igual; por un lado puedes pensar en ese buen amigo de la infancia que después al haceros adolescentes pues... las cosas cambian, y cada uno escoge un camina casi opuesto al del otro. Y por otro por supuesto el gran ejemplo que a todo el mundo le viene a la cabeza es el de tus ex, o tu ex. Habrás pasado momentos intensísimos, pasionales, y de amor fraternal, pero de pronto poco a poco todo cambia, cada uno tira para un lado y sucede lo que tiene que suceder, ¡catacroquer! (que decían los chanantes en sus buenos tiempos); todo se va a la mierda.

Con los amigos de etapas posteriores a la infancia puede pasar lo mismo. Cada uno sabe lo que tiene encima y en fin, las cosas cambian y hacemos nuestras respectivas vidas por otro lado. Personalmente puedo decir que mantengo contacto con prácticamente toda la gente que me importaba de mi etapa universitaria, pero hoy la verdad me he dado cuenta que con una de ellas (que tiene una historia bastante complicada), curiosamente con la que menos contacto mantenía, ya no tengo tanto que ver por circunstancias. La verdad es que me da pena, pero nunca he sido amigo de forzar situaciones. Le deseo lo mejor porque es muy buena gente, pero en fin, las cosas son como son. No ha habido malos rollos, en absoluto, pero a veces cuando llevas bastante tiempo desconectado de ciertas personas pasan estas cosas.

Supongo que este tipo de cosas van anexas al pack de hacerse mayor. Tanto anhelar llegar a ese "status" cuando eres un adolescente con las hormonas alteradas que después desearías que el reloj se detuviese, o por lo menos que no fuese tan rápido. Nunca me obsesionaré tanto como Robert Smith con el paso del tiempo, pero es inevitable sentir nostalgia, y yo de por sí ya soy algo nostálgico.