luns, 15 de setembro de 2014

Cómo quieres que te quiera si...


Qué mal nos queremos. Qué mal andamos de cariño del bueno. Qué poco nos paramos a darnos lo nuestro. Y ya no digamos lo de los demás. Qué pronto se acabó lo que se nos daba, si es que se nos dio. En este déficit emocional globalizado y transnacional no existen ya ni clases medias ni clases altas, aquí todos somos mileuristas de un amor hipotecado, aquí todo el mundo es un sin techo de amor del que duele cuando sana, amor del de verdad. 

Y todo por querernos mucho, muchísimo, sí, pero mal, con lo cual acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. Porque cuando algo es malo y sin embargo escaso, no hay que preocuparse demasiado, es mucho más fácil de evitar, y ya no digamos de erradicar. Pero si encima te lo profesan en cantidades industriales, si hablamos de una pandemia a nivel mundial, inténtate tú escapar. Es imposible. Y así nos va. 

Qué mal nos queremos. De verdad. Existen quereres de los que damos por descontados. Su único gran defecto es que siempre estuvieron ahí, sin pedir nada a cambio, sin hacer demasiado ruido y tampoco hubo que hacer mucho para currárselos. Es el querer de una madre, sí, pero también cualquier amor que llegue demasiado pronto, demasiado fácil, demasiado incondicional, ése que cuando te vienes a dar cuenta de que lo tenías, te giras y ya no está. Y es entonces cuando empiezas a echarlo de menos. Cuando ya es tarde. Cuando ya no se le puede corresponder… ni apartar. 

Y es que no sé si lo ves, pero mal, nos queremos un rato. Mira el amor propio, el amor a uno mismo. Ése que alguno confunde con soberbia o prepotencia y a otros les da vergüenza manifestar. La gente aquí no tiene punto medio: o se pasa de frenada, como es mi caso, o en su vida no lo llega ni a probar. Esta última es la humildad mal entendida, la que te divide día a día como individuo y te apaga como una vela en medio de esta tempestad a la que llamamos rutina. Lo necesario que es pasar más tiempo con uno mismo, para poder pasarlo con los demás. Lo difícil es encontrarle el punto, apretarle a la vida, exigirle siempre un poquito más. Conocer los propios límites y ponerlos cada día a prueba, y comprobar que cuando tú te acercas, siempre se acojonan y acaban refugiándose un poco más allá. 

Y así no es de extrañar que haya gente que se quiera tan flojo. Nos enamoramos y hacemos ver que nos da igual. Vayamos poquito a poco, no te vaya a soltar un te quiero demasiado pronto, no nos vayamos a precipitar. Como si esto que te sale del corazón fuese agua del grifo. Ahora lo caliento, ahora lo enfrío. Ahora le doy a chorro. Ahora gotita a gotita y no más. Y el día menos pensado se te olvida quitar la llave de paso y te encuentras flotando empapado en medio de tu propia soledad. Uno no elige cuándo ni de quién se enamora, como tampoco se puede elegir la velocidad. Falacias que nos contamos a nosotros mismos, tratando de convencer a un amigo que ya hace tiempo que ni nos cree, ni nos ha dejado de escuchar. 

Dentro de este ramillete improvisado de amores nocivos, no podíamos olvidar los que encuentran placer simplemente en hacerse daño. Los yonkis de la intensidad. Es difícil llegar a admitirlo, pero algunos lo consiguen. Y entonces qué. Porque destruirse es como acariciarse: por muy bueno que seas contigo mismo, siempre hay alguien que lo hará mucho mejor por ti. Aunque sea porque llega adonde tú no llegarías jamás. Y es que nadie me hiere como tú. 

Qué mal nos queremos cuando quererse es atraparse, meterse en una urna y verse marchitar. Entramos en el mundo de los reproches, de las libertades fingidas, del tú verás, del te quiero tal como te imagino. 'T'estimo, ets perfecte, ja et canviaré'. 

Y para terminar, para que nadie se sienta excluido, aplaudamos la inmensa horda de amores pantalla. Los que lo son de cara a la galería, porque a nadie se le ocurre nunca profundizar. La cantidad de parejas que cenan siempre en silencio. Parejas que si se cuentan el día, lo hacen como quien repasa sin hambre la carta. Parejas que han olvidado que el hecho de hablar no tiene nada que ver con el acto de comunicarse. Para lo primero basta con mover la boca y emitir fonemas. Para lo segundo, además, hay que mover el corazón. Propio y ajeno. 

Y hablando de ajenos. Por muy mal que nos queramos todos, jamás olvides que siempre estarán peor los demás. 

A que sí, cariño.


Si queréis ver el artículo original lo tenéis aquí. En cuanto al autor de la foto, pues aquí también

6 comentarios:

dEsoRdeN dixo...

tremendo texto. Muy muy de acuerdo. Y me han gustado mucho también las fotos. Gracias!

Pio dixo...

Me he reconocido bastante en un par parráfos, es perfecto ese texto y tan verdadero que duele un poquito.
El otro día ví una foto publicada de los dedos con fondo azul, que coincidencia.

Pues mira como hay que amarse y hay varios tipos, el mio va a ser amistoso del bueno jajaja :P
Besotes

NaoBerlin dixo...

Cé. mmmm bueno, hombre, el amor propio está muy bien, y en estos bretes es necesario (si no te quieres a ti mismo no vas a poder querer a los demás, eso es así) pero si te pasas de frenada, eres un prepotente, y si no llegas a quererte lo suficiente, seguramente te machacaran. Esa parte ya se supone, pero si lo que se trata es de querer a otros, ahí entran muchas variables, y creo que por eso el artículo puede ser más interesante por ese lado.

Bicos!

A mandar don Desorden!! La verdad es que la foto la encontré de coña en la página de facebook de cultura inquieta, y me dio la venada y la colgué con el artículo. No es que la foto me parezca una especie de parábola de las relaciones, aunque sí podría servir para la parte de las relaciones que todos estamos pensando, ejem, ejem...

Pio, te refieres a un ligue? Ajá. Enga larga por esa boquita que nos tienes en ascuas y queremos SABER!!!! Pues hombre, de estar con una persona lo mejor es que sea amable, y yo diría también coñera, o por lo menos con un sentido del humor que me haga gracia (si no me río y tengo una afinidad que sea amistad, que derive en algo más, no veo eso de tener novia). De todas formas esto me recuerda a una conversación que le oí una vez a una de mis tías (que la verdad es que ya tienen todas ellas unos cuantos años). Pues bien, mi tía recordaba que una vez hablando con un grupo de gente una amiga suya decía "yo sólo quiero a alguien que esté conmigo, que me quiera incondicionalmente, que no me haga pasar malos ratos, que sea cariñoso..." y alguien le respondió con retranca (la sorna gallega) "Boh!! Tú no quieres un novio, tú lo que quieres es un perro" :P

En fin, como reflexión está bien. La gente es muy complicada, nosotros somos muy complicados, por eso tenemos tan idealizado el hecho de congeniar con alguien, porque muchas veces estamos muy solos y pensamos que todo va a ser maravilloso y de color de rosa (color que odio, por cierto :s). Pero es más complejo, la gente tiene momentos buenos, momentos malos... como nosotros mismos. Eso sí; uno no está con alguien si lo pasa sólo mal. Al final estás con alguien si te compensa, aunque no es algo que calcules a propósito, y por supuesto si quieres a esa persona. Después el hecho de que te guste alguien o no, es subjetivo, depende de lo que nos haga sentir bien.

Bicos!!

Leire dixo...

No lo había leído antes y la verdad, es que me ha encantado. Es demasiado real.

Un abrazo!

Pecas dixo...

Buenísimo este artículo, antes de ver el autor, ya le estaba poniendo el nombre, no podía ser otro jaja

Dice muchas verdades. Yo creo que algunas personas, no saben muy bien en que consiste amar. Que no las culpo, que Hollywood y Disney han hecho mucho daño, y que aquello de que el amor para ser real tiene que ser complicado es algo que está muy arraigado en muchos, demasiados. Luego llega lo bueno, y todo son desconfianzas...

"Lo necesario que es pasar más tiempo con uno mismo, para poder pasarlo con los demás" ahí le ha dado, hay gente que no sabe estar sola, necesitan a otra persona, para poder ser una persona completa (no voy a hablar de naranjas), y están por estar.

La verdad es que se podrían sacar muchas cosas del texto, pero no me enrollo más xD Sólo espero que nunca me pase esto "La cantidad de parejas que cenan siempre en silencio. Parejas que si se cuentan el día, lo hacen como quien repasa sin hambre la carta. Parejas que han olvidado que el hecho de hablar no tiene nada que ver con el acto de comunicarse. Para lo primero basta con mover la boca y emitir fonemas. Para lo segundo, además, hay que mover el corazón. Propio y ajeno".

Es uno de mis mayores temores jaja Y más ahora con los smartphones. Siempre que voy a un bar me fijo, y aunque yo lo hago a veces, aunque sea para cosas puntuales (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra), es algo que no me gusta nada e intento evitarlo siempre que puedo.

Y bueno que sí, que la vida en verso xD

NaoBerlin dixo...

Bienvenida Leire!!

Pecas. Antes de nada, que no te de corte explayarte todo lo que quieras, de hecho algún comentario que he hecho en tu blog ha sido kilométrico así que don't worry; para eso está el blog, para que comentéis cuando os apetezca.

Ya me parecía a mí raro que no hubieras comentado nada cuando caí en la cuenta que era Risto el que había escrito el artículo xD Es curioso, mucha gente en los comentarios de El Periódico se lo tomó en clave política (matrimonio España-Cataluña), pero modestamente creo que ésa no era la intención.

Hombre, supongo que una persona hasta que no has estado o esté con alguien (una o las que fueran) que te hayan marcado nunca sabrás qué es eso. De hecho creo que hay gente que vive en pareja que tampoco lo sabe, otras veces solamente pasa una vez en la vida y después por desgracia nada de nada. Pero sí, sobre todo en el caso de las chicas, creo que Disney ha estafado a mucha gente (pero en fin, son cuentos también). Algunas chicas piensan que su vida va a ser un cuento de hadas cuando encuentre a su "principe" y luego...

Yo también destacaría ese párrafo (para mí es el más importante). Es más que necesario pasar tiempo con uno mismo para conocerse mejor. Ése tipo de cosas se notan además porque no presionas a los demás. La gente que sabe estar sola no anda buscando pareja desesperadamente si está soltera; si alguien quiere estar contigo lo hará porque quieren de verdad y te lo hará saber y sino pues no; además, cada uno tiene su espacio y hay que respetarlo. Estar con alguien por no estar solo es bastante triste la verdad. Mejor poco y bien que mucho y mal.

En cuanto a lo de estar con tu novia (en tu caso novio) y hablar por hablar o no decir nada pues sí que es triste. Yo he visto parejas de todas las edades en ese plan. Es triste, y de hecho siempre que veo esa situación me fijo disimuladamente en esas parejas. Lo curioso es que en parejas mayores es como más normal, pero no deja de ser triste. De todas formas estar callado no siempre quiere decir algo malo; cuando puedes estar con alguien en silencio y que ambos no os incomodéis por ello eso es empatía de verdad, simplemente disfrutas de la presencia de la otra persona y ya está.

Yo no estoy libre de tirar ninguna piedra por lo de los smartphones xD En fin, supongo que mientras eso no haga que no puedas mantener una conversación con todas las de la ley tampoco pasa nada mujer.

Biquiños.