martes, 9 de xullo de 2019


Hace como tres días mi hermana mayor me manda un whatsapp y me informaba que mi tutor de 4º de EGB había fallecido. Al principio me quedé obviamente en fuera de juego pero sin dramas, con setenta y pico años tampoco es que fuera una persona muy mayor pero al llegar a ciertas edades ya se sabe, no es extraño que te enteres de que alguien que conocías haya pasado a mejor vida. No obstante, media hora después cuando vi su foto en facebook en una página de antiguos alumnos y los comentarios que puso la gente me puse a llorar, sin apenas darme cuenta. No sé si esto es muy común, que sin previo aviso de pronto reacciones de esta manera, pero para mí no ha sido la primera vez y tampoco creo que vaya a ser la última que me sucede. Soy así de espontáneo.

Supongo que hay momentos que tienes guardados en la memoria de cuando eras pequeño que permanecen en ella escondidos pero que son transparentes, y en cierta manera recuerdo con cariño ese año; ya veis, las memorias de un Nao Berlin de apenas diez añitos. Por aquel entonces recuerdo que todavía era del Madrid (como para no serlo, dos de mis hermanos lo son a muerte), y que además era super fan de Zamorano, el cual cuando celebraba un gol siempre se iba corriendo a la banda, se encorvaba, y movía los puños mientras gritaba. Bueno, pues así celebraba yo las buenas notas con los compañeros que tenía al lado, a los cuales a algunos de ellos todavía les guardo aprecio, un hecho que tiene mérito teniendo en cuenta la cantidad de gilipollas que siempre hubo en ese colegio concertado, ya que no todos los años fueron buenos para mí.

Cuando eres un adolescente es más fácil darte cuenta cuando un profesor vale la pena, o por lo menos yo era más consciente a pesar de que siempre he vivido un poco en mi mundo, de manera que si ahora soy despistado lo de antes era épico. Pero lo que puedo asegurar con respecto a ese año, entre otras cosas, es que tuve a un profesor que era buena gente, que se preocupaba por todos sus alumnos, no solamente por los que le caían bien, y que siempre buscaba aconsejarte. Puedo asegurar que a mí me tenía calado, y supongo que eso es algo que tiene mérito porque no puedo asegurar lo mismo de la mayor parte de los profesores que haya tenido porque no todos consiguieron pillarme el truco. Quizás era/soy demasiado hermético e incluso algo complejo, no lo sé, y siempre he buscado pasar desapercibido.

Sea como fuere puedo afirmar con certeza que si guardo ese tipo imagen de él es debido a mis sensaciones, porque parte de la memoria que tengo de esa época ya se ha desvanecido ya que hace como veinticinco años de aquello... pero el recuerdo que tiene un niño de algo bueno o malo es diáfano, y para ser sincero con más frecuencia me tiendo a guiar en mayor medida por mi intuición en lo que concierne a la gente, porque es de esas cosas que con el paso de los años sí que he ido depurando. Por tanto, lo que le queda a uno de las personas con las que ha tratado, el poso, son sus acciones, y de las que te han intentado ayudar siempre te va a quedar algo, aunque pase mucho tiempo, e incluso a pesar de los roces y confrontación que puedan existir cuando tratas con alguien a menudo. Siempre pesa más lo bueno, y eso es algo muy a tener en cuenta en tiempos en los cuales gente sin corazón nos quieren hacer retroceder décadas. 

Descansa en paz, Julio. 

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