sábado, 5 de xuño de 2010

Song to the Siren, to my siren...


Recuerdo el día que escuché por primera vez Song to the Siren, fue una noche de primavera en la habitación de mi residencia en Santiago, hará 6 ó 5 años, durante una repetición del ambigú de Diego Manrique en Radio 3.

Siempre he sido un poco noctámbulo, en esas horas es cuando más cómodo me encuentro, en el silencio de la noche, en la inquietud en la que se palpa un ambiente con cierto misterio y tristeza, la tristeza que produce la soledad, la puta soledad…

No sé exactamente en qué menesteres estaba perdiendo el tiempo, seguramente estaría estudiando para los exámenes, o incluso estaría tumbado en la cama sin hacer prácticamente nada, sólo escuchando la radio, sólo sintiendo la música con la mente en blanco como tantas otras veces.

Al instante de escuchar aquel tema se me erizó el bello, comencé a sentir un cosquilleo en el pecho que se repartía por todo mi cuerpo hasta alcanzar todos mis dedos, incluídos los de mis pies. Aquello sencillamente era casi como estar en el cielo, como contemplar al Uno de los neoplatónicos.

No pocas veces he sentido esa sensación al escuchar un tema, pero he de confesar que la voz de Tim Buckley me conmovió como pocas otras lo habían hecho antes. Al poco escuché a Manrique decir que aunque su hijo, Jeff Buckley, había sido muy bueno, nunca jamás igualó la calidad de su progenitor. Sin duda comparto su opinión, y que conste que Jeff hizo uno de los discos más increíbles de los últimos 30 años en mi modesta opinión.

Hoy no deja de atormentarme esta letra día tras día, noche tras noche, incluso la canto cuando camino por la calle de vuelta a casa. No obstante cuando una canción acompasa tu andar se supone que lo hace porque es alegre, pero no, esta vez no; en mi caso creo que la mayor parte de las veces canto sobre cosas tristes, sobre la pena, sobre el desgarro...

Hoy por la tarde noche no he podido evitar mandarle un mensaje con la letra de esta canción, y eso que me juré que no lo haría hasta que terminara los exámenes, pero no he podido… En parte condensa todo lo que hemos vivido desde que nos juntamos, desde que me buscó sin yo pretenderlo, hasta ahora, hasta que me abandonó…

Os dejo la letra modestamente traducida, así como una versión poco usual del tema. Posiblemente os pueda sonar más incluso otra versión de esta canción, realizada por Elizabeth Fraser para aquel macro proyecto del sello británico 4AD, denominado This Mortal Coil . Esta versión era la canción que sonaba de fondo en un conocido anuncio de hace unos años. Sólo un alma tan delicada como la de la cantante de los Coctaeu Twins podía realizar una gran versión de otra alma atormentada.



He sido naufrago por mucho tiempo en océanos sin barcos,
intentando lo imposible por ser feliz,
hasta que tus brillantes ojos y manos
propiciaron que vislumbrara tu amor desde tu isla.

Y tú cantabas:
Navega hacia mí, navega hacia mí,
déjame que te abrace.
Aquí estoy, aquí estoy
esperando abrazarte.

¿Soñé que soñabas conmigo?
¿Fuiste liebre cuando yo fui zorro?
Ahora mi estúpido barco se inclina
desgarrado por tu amor en tus rocas.

Y tú cantabas:
No me toques, no me toques,
vuelve mañana.
Mi corazón, mi corazón,
se muere de dolor.

Ahora estoy tan perplejo como un recién nacido,
tan inquieto como la marea.
¿Debo estar en medio del gran oleaje?
¿O debo mentir sobre la muerte mi señora?

Escúchame cantar:
Nada hacia mí, nada hacia mí,
déjame abrazarte.
Aquí estoy, aquí estoy,
esperando abrazarte…


No sé si serán cosas del momento, si es que poco a poco estoy bajando al fondo y pienso que ya no me quiere, no me quiere como me solía querer. Me dijo que me quería, pero que no tenía fuerzas para seguir, y dentro de unas cuantas semanas nos veremos las caras para devolvernos nuestros objetos personales. Ahí tiene un estúpido su última esperanza, su clavo ardiendo, su excusa para intentar cambiar este desastre imposible… creo que la vía de agua es demasiado grande, y el barco se va a hundir lo quiera o no.

Hace poco me compré uno de esos Bet Seller buen rollistas de estos que te dicen, ¡Eh! Nada es imposible si te lo propones. Sinceramente, si estuviera bien ni se me pasaría por la cabeza comprarme algo así, pero en fin después uno busca y busca y descubre cosas interesantes. El libro relata algo así como la última clase de un profesor de universidad llamado Randy Pausch. Los videos de aquella clase magistral están colgados en internet, así que si queréis echarle un vistazo, y ver un auténtico ejemplo de superación, miradlos.

Resulta que a este hombre le diagnosticaron un cáncer de páncreas; después de intentar aplacar la enfermedad con diversas sesiones de quimioterapia, y cirugía, lamentablemente durante una revisión le detectaron una metástasis en el hígado. Supuestamente debería ser un dramón del 15, como Relámpago sobre el agua de Win Wenders, pero nada más lejos de lo que pretendía el hoy finado Pausch. Cada página de este pequeño libro habla sobre ejemplos de superación, de cómo doblegó a los distintos obstáculos que se le presentaron a lo largo de su vida, y de cómo intentó afrontar su muerte de una manera positiva; como diría Joaquín Reyes cuando hacía de Payacho, los tenía como cocos este hombre, aunque también puede ser que estuviera un poco tocado del ala.

No obstante confesaba que el muro más infranqueable que tuvo que superar fue su mujer Jai. La historia se podría resumir en; Chicho de una ciudad conoce a Chica de otra ciudad en la ciudad de esta última. Hay química, buen ambiente, risas, etc, etc. Chico es testarudo y acude a visitarla semana sí, semana también, hasta que le pide que se traslade a su ciudad ya que éste tiene un puesto importante en la universidad. La chica tiene dudas y se echa atrás en el último instante. Chico está desolado y consulta a sus padres; estos le responden:

Si no te quiere de verdad, se acabó. Y si te quiere, el amor vencerá
.

Otra frase que me ha hecho reflexionar ha sido cuando el Chico le dice a la Chica, después de estos consejos paternos:

Mira, voy a encontrar la manera de ser feliz y, de verdad, me encantaría serlo contigo, pero si no puedo ser feliz a tu lado, entonces encontraré la manera de serlo sin tí.

Hoy mientras leía estas líneas en un bar la verdad es que el corazón se me encogió súbitamente, y noté cómo en el pecho se me clavaba un puñal de dimensiones colosales con suma saña ¿Tienen razón? Por desgracia creo que sí…

Esta noche hubo otra cosa que me hizo replantear la situación de otra manera, cómo bien dice Agorer, cuando deseas una cosa con mucha fuerza, al final te comes una mierda… Filosofía de retrete, pero es una verdad como un templo, que por otra parte es la función de este AGORERo.



Como diría el cansino de Sabina, perdonen la tristeza.

3 comentarios:

susana moo dixo...

La tristeza y la melancolía son sentimientos humanos, y hay que aceptarlos, vivirlos e incluso intentar disfrutarlos. Claro que donde esté la alegría ...

NaoBerlin dixo...

Dices bien, la verdad es que en algunos momentos me he imbuído de melancolía hasta decir basta, pero en fin reafirmarme en mis sentimientos a la vez me ayudaba a superar el trago; básicamente es lo que hago con estos post, descargar parte de lo que tengo dentro ahora mismo.

Gracias por ser la primera en comentar :)

susana moo dixo...

Fantástico ser la primera, pero sin duda no la última.
Besos